martes, junio 12, 2007

ROSA.

En el capricho de apartar al sol, tiñe la tarde al cielo de rosa;
y en el camino los robles complacientes,
acojinan sus pasos con flores.

Flores con poco aroma
y un discreto color.
No es blanca su piel,
no es oscura su mirada; fulminan mis ojos
unos labios rojos
y un brillo nacarado en su pelo
que -bajo el cielo rosa-
combina con el tono con que a sus cuatro años
dibujaría un corazón.

¿Por qué veo el jardín casi vacío?
Se han llevado los pétalos de flor,
se han llevado los púrpuras,
celestes y amarillos.
Han tomado los verdes y rojos,
pero ahí está.
Han dejado el rosa,
con el que cubriré el piso de su terraza
y escribiré en un enorme pedazo de cielo
las palabras que emanciparán mi espíritu.

PAOLA MANTILLA.